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Volver a empezar

Foto del escritor: Didio Pena InfanteDidio Pena Infante


La vida es un eterno retorno, un loop incesante y perpetuo. Todo tiene sus ciclos, anochece, amanece, todo lo que vive se expande, se contrae. Antes de generar ansiedad, esta claridad debería traernos esperanza; siempre hay una nueva oportunidad para volver a empezar, hoy mismo puedes dejar de ser esa persona que no quieres ser mas, hoy mismo puedes cambiar de nombre, de nacionalidad, religión, de domicilio, de pareja, de forma de pensar. 


Deja caer lo que pesa, lo que está suelto. Acoge lo que permanece, lo que ha estado firme siempre, tal vez no es lo que tu ego quisiera que quedara, pero es lo que eres realmente, es tu esencia, es tu fuerza, no importa cómo se manifieste, la crisis que vives es la resistencia valiente de tu alma, es la denuncia de lo que no eres, de la mentira que estás resuelto no vivir un segundo mas. 


Exhalas, caes, pierdes tracción, pierdes sentido, no hay ánimo. Nada mas honesto que el colapso frente a la hipocresía que arrebató la inocencia de la Divina infancia, que llenó de luces de neón, con imágenes de modelos perfectos, los laberintos de la mente del zombie inconsciente en que te estabas convirtiendo. Nada más honesto que parar, que dejarse caer, que aceptar el sinsentido en el fango de nuestra propia egolatría. 


Parar, respirar, cuestionar, hasta que la rabia desaparezca y entre la luz. Evolucionar.


No es cambiar, no es reinventarse, no es reconstruirse, es evolucionar en un eterno retorno pero desde otro lugar. Hastiados, y sin darnos cuenta, gracias a una intervención Divina, la consciencia se amplía un poco, y finalmente podemos ver que no es un loop, es un espiral, el espiral evolutivo de la consciencia.


Parece que estamos en el mismo lugar, pero no. Ni somos los mismos, ni es el mismo lugar, algo ha cambiado, empezamos a recordar quienes somos en realidad, hijos de un Rey, todo ya lo tenemos, siempre lo hemos tenido, así no lo hayamos visto, así aún no podamos verlo.


Recordamos.


Retomamos el camino de consciencia, el camino de retorno a casa, el camino de retorno al Padre. Ahora ya hay tracción nuevamente y nos alistamos para una nueva vuelta, esta vez con la percepción de una nueva dimensión con la percepción de la profundidad. 


Volver a empezar, suena aburrido, desafiante, intimidante, pero no es volver a empezar, es simplemente continuar, rendirse al inevitable camino que lleva, asi no lo entendamos en este momento, a una apertura de consciencia que nos recuerda quienes somos, y  el sentido de la vida que nos atraviesa a cada instante, con sus desafíos, sus incertidumbres y sus incoherencias. Ya no la recibimos con rabia, con miedo, ya no reclamamos el porqué de esta manera, pronto entendemos y dejamos de pelear para empezar a vivir.


El eterno retorno adquiere profundidad con cada paso que damos, le abrimos espacio a la verdad de lo que somos, de lo que nuestra alma nos viene susurrando por milenios, y que apenas empezamos a oír, a entender no con la razón, sino con todo nuestro ser.


La soberbia cede, y finalmente la razón acepta, que no se puede entender, que no tiene sentido demandar respuestas a lo incuestionable, a lo incomprensible, que con nuestra limitada humanidad impulsados por la soberbia de la ciencia y el positivismo llegaremos tan solo hacia ese lugar dónde la locura esta esperando al otro lado de una delgada puerta de celofán a la que el miedo, disfrazado de conocimiento, nos ha conducido. 


Pero estamos a tiempo, dejar de cuestionar y empezar a vivir, volver a empezar, retomar el camino, continuar desde donde estamos en este momento, como lo hicimos cuándo éramos niños, y no había reclamos, las preguntas no venían de la soberbia sino de la inocencia, y la respuesta no era cuestionada, era mas importante retomar rápidamente el juego que cuestionarlo, el juego de la vida que se nos olvidó jugar.


En el juego de la vida, siempre se puede volver a empezar, a retomar el camino sin cuestionarlo. 


En el juego de la vida la consciencia nos invita a evolucionar.

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